GONZALO
MOURE: “SI LEES PASAN MUCHAS MÁS COSAS EN TU VIDA”
INÉS COELHO: El escritor Gonzalo
Moure (Valencia, 1951) visitó esta semana el IES Isaac Díaz Pardo de Sada.
Estuvo charlando con los alumnos de primero de ESO sobre sus obras y sus
vivencias personales y profesionales. Antes de marcharse de Sada, el autor de
libros como Palabras de caramelo, Cama y cuento y El beso del Sáhara,
entre otros títulos, nos concedió una pequeña entrevista.
NATALIA PAN: ¿Cómo hace para escribir un libro?
¿Utiliza libreta, folio, ordenador...?
GONZALO
MOURE: Bueno, lo que tengo a mano. Hay veces que
incluso tomo notas en el móvil que luego paso. Pero todo lleva un proceso. Lo
que escribo primero a mano lo paso luego a limpio, y después lo trabajo. El
ordenador o la máquina de escribir, lo que se use, tiene que ser una especie de
taller en el que hay que pulir, quitar palabras, añadir cosas nuevas... Es un
trabajo en el que intervienen todos los procesos, el bolígrafo, el lápiz, la
goma de borrar, el ordenador..., todo.
N.P.: ¿Qué le diría a un niño para que leyera sus
libros?
G. M.: Para que leyera mis libros, nada especial. Le diría que leyera, porque
si no lees no pasa nada. Puedes ser una persona absolutamente feliz sin leer nunca
un libro, pero lo cierto es que si lees pasan muchas más cosas en tu vida,
conoces más a otras personas, conoces otras partes del mundo, otras maneras de
ver la vida.
N.P.: ¿Cuál es su próximo proyecto? Sabemos que
trabaja en “El niño de luz de plata”.
G. M.: Bueno, ese es el próximo proyecto colectivo. El personal es una
película que se llama Pájaros de la suerte, y estoy empezando ahora con
el guion, que es guion y novela al mismo tiempo.
N.P.: ¿Ha tenido alguna experiencia con niños
sordos en sus visitas a escolares?
G. M.: Sí. He tenido bastantes experiencias, muy interesantes. Es verdad que
cuando vas a un centro escolar normalmente el niño sordo siempre tiene un
implante coclear o un audífono con el que logra oír y puede entenderme.
Entonces no es el mismo contacto que con los niños sordos absolutos, con los
que he tenido contacto tanto en el Sáhara como en otras partes del mundo, donde
he encontrado niños totalmente sordos, y ese sí que es un mundo casi submarino.
Es un mundo distinto al del contacto que se establece a través de la palabra,
aunque sea mal escuchada, pero en el fondo, escuchada.
I.C.: Hemos visto que en sus visitas al Sáhara
conoció a Fatimetsu, una niña sorda. ¿Cómo fue el día que la conoció? ¿Cómo lo
recuerda?
G. M.: Como una de las cosas más bonitas de mi vida. Era una niña que estaba
entre otros cientos de niños que querían acercarse a mí para ver si les daba
caramelos, o por curiosidad, o para saber de dónde venía. Y entre todos
aquellos niños había una niña vestida de rosa. La recuerdo perfectamente.
Quería acercarse a mí y los demás no la dejaban. La niña no decía nada, solo
unos grititos inarticulados. Y a mí me conmovió profundamente aquella niña.
Tuve que apartar a algún niño bruto que la tiró al suelo diciendo que estaba
loca. Me enfadé con aquellos niños y los aparté. Cogí a la niña en brazos y fue
uno de los momentos más importantes de mi vida, ese momento en el que
encuentras casi una razón para vivir.
I.C.: ¿Qué sintió el primer día que viajó al
Sáhara?
G. M.: Soledad, miedo, aprehensión, desconocimiento... Inmediatamente empecé a
sentir que me estaba equivocando, que venía de un mundo de cosas. Creía que por
ser de ese mundo de muchas cosas era superior a ellos. Tenía un sentimiento de superioridad
absolutamente equivocado y estúpido. Fui aprendiendo muy poco a poco, pero
desde los primeros días comprendí que había un error muy gordo, que algo me
habían contado que no estaba bien, y empecé a entender el mundo de otra manera.
I.C.: ¿Se inspira en otros escritores para
escribir?
G. M.: Por supuesto. Creo que, igual que yo puedo influir en algún lector que
quiera ser escritor, a mí me han influido muchísimos escritores. De hecho, el
ser humano escribe de una manera determinada gracias a otros escritores que han
ido allanando el camino, que han ido hallando fórmulas, convenciones incluso,
si se pone algo con guion o no. Es decir, que todos vamos influyendo, y la
aportación que un solo escritor puede hacer es muy pequeña. Hay pocos escritores
indispensables en la historia de la humanidad. Y yo no soy uno de ellos, desde
luego, pero ha habido algunos indispensables como Homero, Shakespeare, García
Márquez… Pocos, realmente, que sean totalmente indispensables. Esos me han
influido, pero también me han influido escritores desconocidos que a lo mejor
no vas a leer nunca en tu vida, pero que me han aportado una pequeña forma de
solucionar problemas de una manera más fácil.
I.C.: ¿Cuándo sintió que su vocación era ser
escritor?
G. M.: Creo que la vocación la he tenido siempre. Por rebeldía. Porque aquel
mundo sin libros al que parecíamos condenados y que, como cuando estás dentro
del agua y no sabes que la orilla está cerca, yo pensaba que era así para
siempre, y me parecía injusto. Que los libros estuvieran perseguidos y
prohibidos me parecía absolutamente injusto. Entonces, por rebeldía yo me
decidí a escribir, porque pensaba que era mi mejor manera de contribuir a que
los libros ocuparan su lugar en el mundo. Mi modestísima manera, por supuesto.
N.P.: Es gratificante que personas como usted
escriban libros y que todos podamos leerlos. Muchas gracias por concedernos
esta pequeña entrevista.
G. M.: Muchas gracias a vosotras, de verdad, por esta entrevista, que ha sido
muy interesante.
(Entrevista realizada por Inés Coelho Gende y
Natalia Pan Mora)
1 comentario:
Muy bien chicas !!
Próximo reto ??? ������������
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